Normalmente suelo disfrutar mucho los documentales y adentrarme más en el tema. Me llega más que una noticia, quizá por la novedad de lo no tan inmediato, hoy en día todo te pide rapidez. Hace unos años después de ver “super size me” y me empapé con los problemas del Fast food, que ya venía leyendo por las muertes por el Escherichia coli en exceso de las hamburguesas. Leí el libro “obesos” publicado por el español, Rafa Panadero cuando se asomó ante mis ojos en mis recorridas semanales por la librería. El libro en cuestión estaba basado en las investigaciones desarrolladas por Morgan Spurlock. Durante un tiempo convencí del daño de los locales a la gran cantidad de mis amigos poniendo como ejemplo el documental.
Cuando vi Zeitgest me sucedió algo similar y escribí una crítica amplia sobre la peli, la que luego fue olvidada por un tiempo en los documentos de Word. Y ahora con “Capitalism: a love story” de Michael Moore volví a hacer lo propio dentro de mi cabeza. Ni bien vi el documental me puse a ver un poco más de las denuncias que se hicieron públicas (no hay nada más público que las imágenes y la investigación para poder darles sentido creo).
El director del documental es una persona que estuvo mucho tiempo de su vida denunciando “el pésimo gobierno de George Bush mientras decía su discurso de ganador al Oscar en aquel lejano 2002”. Hubo gente que lo abucheó en ese momento, pero tanto esas personas como las que vemos el documental y pensamos en su mensaje no dudamos en la valentía de Moore por haber hecho público lo que hoy todos sabemos referente a la política de Estado Unidos.
Pero en Argentina, ¿qué es lo que se sabe? Soy de las personas qque se animan a decir “no sabemos nada”. No porque no haya información, hay un exceso de ella, una falta de foco. No hay demasiados que se pongan a atar los cabos suelos. Que corralito, crecimiento de brecha tecnológica, educativa, sistemas de salud públicos y privados. No hay nada que un noticiero no muestre todos los días. Pero escasean este tipo de películas, como sucede con el periodismo de investigación.
En el caso de More vemos al director familiarizándose con los damnificados, como un periodista lo hace ante un asesinato. Pone nombre y apellido a las personas que “causan esos daños” como el periodista juez del que pretendieron que nos olvidemos en nuestra época d eestudiantes. Pero le agrega una cuota más, la tan amada y casi extinta “Investigación” condimentando los casos particulares con lo legal e ilegal, lo que permite que este producto que no intenta venderse sea realmente más valioso que muchos otros.
En esta ocasión como el título lo dice, el tema es el capitalismo que forma parte de nuestras vidas a tal grado que lo consideramos el medio para lograr nuestra felicidad. Es entonces cuando Moore esta para captar en su cámara todo lo contrario a lo prometido por parte del sistema económico. Todo se convierte en un info-comercial para invitar a la rebelión como único remedio de cambio, nunca ofrece una alternativa aunque da a entender que las cooperativas es un modelo razonable de negocio. Cuenta como el control económico no es una cuestión que se aleje de un “método de control”
Si algo faltó es otra opinión, como suele faltar en las investigaciones, si pedimos muchas fuentes vemos muchos ejemplos que avalan la hipótesis principal. Será un cierto parecido a la investigación científica. Pero eso entiendo que queda a criterio del espectador. Yo me volví a replantear sobre el sistema que llevamos. ¿Es el capitalismo el mejor sistema? ¿Para quién? ¿El socialismo serviría en una sociedad donde no podemos hacer que los pobres tengan las mismas oportunidades? ¿Los ricos serían los nuevos pobres? Esto último es una utopía.
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